Después de la final de la liga de campeones, hoy yo también voy a hablar de fútbol (hombre, no iba a ser menos que nadie ¿no?).
Me gusta el fútbol. Más jugarlo (con los amigos) que verlo, pero también me gusta ver un partido cuando se juega de verdad, porque hay fútbol que lo más parecido que tiene con ese deporte es el nombre.
Aunque me confieso barcelonista, soy más simpatizante que hincha. Lo que quiero decir es que no me quita el sueño el que pierda y que no dejo de hacer otra cosa por ver un partido. Es más, muchas veces no me entero ni de como han quedado.
Pero ayer (ya anteayer) sí vi la final de la champions, aunque llegué a donde había quedado con mi hermano y unos amigos cuando faltaba un cuarto de hora para terminar el primer tiempo, lo que confirma lo que os decía de que no “pierdo el culo” por ver un partido aunque sea la final de la champions.
La verdad es que independientemente de que seas de un equipo o de otro, si te gusta el fútbol, este año tienes que disfrutar viendo jugar a dos equipos: uno, el barça y otro, la selección española. Son dos equipos que de verdad juegan al fútbol. Y creo que el secreto es ese, que son dos equipos que juegan como tales, no un grupo de individualidades (que también las tienen) que actúan por su cuenta. Y eso es mérito de los entrenadores, que han conseguido que las figuras también jueguen para el equipo. Así, no solo se consigue que el grupo brille más y obtenga mejores resultados, sino también que las figuras brillen más. En definitiva, que se consigue sacar lo mejor de cada individuo para conseguir lo mejor para el grupo.
Ya veis, hemos comenzado hablando de fútbol y acabamos hablando de trabajo en equipo, de jefes y de motivación, ya que este ejemplo se puede extrapolar a cualquier tipo de trabajo o actividad en grupo o, más que en grupo, en equipo (por la connotación de colaboración entre los miembros que tiene esta palabra).
Y hasta aquí mi reflexión “positiva” de hoy.
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