Lo que es, es. Lo que no es, no es. Lo que tenga que ser, será. Lo que no puede ser, no puede ser (y además es imposible). No hay más cera que la que arde. Las cosas son como son y como suenan. Hay que tomar las cosas según vienen. Las circunstancias van cambiando. Tenemos que ir adaptándonos a las circunstancias. O te mueves o caducas.
Las circunstancias, las situaciones, no son, en sí mismas, ni buenas ni malas. Son las que son. Así de simple. Nosotros, con nuestras actitudes, las hacemos buenas o malas. O mejor aún, las percibimos como buenas o malas. De hecho, la misma circunstancia puede ser percibida y valorada de distinta manera por unos y por otros. No tenemos más que ver cualquier debate sobre cualquier tema.
Son nuestras actitudes y nuestra capacidad de adaptación las que nos hacen disfrutar o padecer cualquier cosa en esta vida. Incluso la vida misma, que tampoco es ni buena ni mala. Es la que es. Y punto.
Puedes darle todas las vueltas que quieras. Si le das más vueltas de la cuenta, al tornillo pueden pasarle dos cosas. Si es en un sentido, se puede pasar de rosca. Si es en el sentido contrario, se suelta, se cae y se puede perder.´Y en ninguno de los dos casos serviría para nada.
No sé si me explico…
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