Nadie es dueño de tu felicidad. Por eso no entregues tu alegría, tu paz, tu vida, en manos de nadie. Absolutamente a nadie.
Somos libres, no pertenecemos a nadie y no podemos ser dueños de los deseos, de la voluntad o de los sueños de quien quiera que sea.
La razón de tu vida eres tú mismo.
Tu paz interior es tu meta en la vida.
Cuando sientas un vacío en el alma, cuando creas que aún te está faltando algo, aún teniéndolo todo, guarda tus pensamientos para tus deseos más íntimos y busca la divinidad que existe en ti.
Deja de situar tu felicidad cada día más distante de ti.
No coloques el objetivo demasiado lejos de tus manos.
Abraza a los que están a tu alcance hoy.
Si andas preocupado por problemas financieros, amorosos o de relaciones familiares, busca en tu interior la respuesta para calmarte.
Tú eres el reflejo de lo que piensas diariamente.
Deja de pensar en ti mismo y sé tu mejor amigo siempre.
Sonreír significa aprobar, aceptar, facilitar. Entonces, habrá una sonrisa para aprobar el mundo que quiere ofrecerte lo mejor.
Con una sonrisa en el rostro, las personas tendrán las mejores impresiones de ti y tú estarás afirmando para ti mismo que estás “próximo” a ser feliz…
Trabaja, trabaja mucho a tu favor.
Deja de esperar la felicidad sin esfuerzo.
Deja de exigir a las personas aquello que ni para ti has conquistado aún.
Criticar menos, trabajar más.
Y no te olvides nunca de agradecer. Agradece todo lo que está en tu vida, en cada momento, inclusive el dolor.
Nuestra comprensión del Universo aún es muy pequeña para juzgar lo que quiera que sea en nuestra vida.
La grandeza no consiste en recibir honores, sino en merecerlos.
No pensaba mal del todo ese tal Aristóteles. Sí, sí, lo que acabáis de leer no son las enseñanzas de ningún gurú moderno ni de ningún catecismo. Por supuesto que tampoco son mías, aunque las pueda tomar como propias y las expongo para que quien lo desee las tome también como suyas. Al fin y al cabo, creo que hay muy pocas ideas genuinamente de uno mismo. Más bien soy de la opinión de que nuestras propias ideas y nuestra forma de pensar las vamos confeccionando aceptando unas y desechando otras de las que nos van llegando y a mi me gustan, como podéis comprobar, las de este tipo. Estas están escritas en Grecia allá por el trescientos y pico antes de Cristo y sin embargo, siguen estando de plena actualidad.
¡Ah! y "no juzgues tan rápido" . No es de Aristóteles pero bien pudiera haberlo sido. Mira este vídeo y saca tus conclusiones.
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