Congruencia es un bonito palabro que viene del latín (congruentia) y que según el DRAE, en su primera acepción, significa conveniencia, coherencia, reacción lógica.
Conozco pocos conceptos tan difíciles de llevar a cabo en la vida cotidiana, sobre todo en lo relativo a las relaciones personales y a la educación. Es difícil predicar con el ejemplo y mantener la coherencia para responder ante el mismo hecho sin dejarnos influir por nuestro estado de ánimo o por influencias externas.
A lo mejor esto es así porque la congruencia va muy de la mano con la honestidad, ya que una persona congruente sería aquella que vive según sus valores.
Somos congruentes cuando nos sentimos bien con nosotros mismos, pero tenemos que darnos cuenta y cuando no estamos en equilibrio, detenernos y analizar nuestra situación. Después, ponernos en acción e intentar ser congruentes con nuestros principios, nuestros pensamientos y nuestras acciones.
Cuando contradecimos lo que pensamos y lo que hacemos, tenemos muchos boletos para sentirnos frustrados ya que la congruencia no tiene que ser una actitud hacia fuera, de cara a la galería, sino más bien un compromiso con uno mismo y no se trata de intentar ser congruente de vez en cuando sino intentar convertirla en un estilo de vida.
El antónimo de congruencia es incongruencia.
Las personas incongruentes son las que hacen cosas “que no cuadran” con lo que predican. Piensan, por ejemplo, que la salud es lo más importante que tienen pero fuman como cosacos, no hacen ejercicio y descuidan su alimentación (¿qué pensarían de mi mis pacientes si vienen a que les ayude a perder peso y yo pesara 120 kilos?). O dicen que les deben la vida a sus padres pero los desatienden por completo.
Hasta para ser padres (o madres, no se nos enfade alguien) hay que ser congruente, sobre todo en la etapa en que queremos enseñar buenos modales, valores, buen comportamiento y otras muchas cosas. No podemos pensar por una parte que lo importante en la educación de los hijos no son solo las buenas palabras sino el ejemplo que les podemos dar y luego, por otra, discutir airadamente entre los padres y con los hijos. Un hijo siempre va a agradecer a sus padres la congruencia. De esta manera no los confundiremos y se acostumbrarán a llevar una vida congruente con naturalidad.
Hagámonos el favor de cambiar e intentemos, aunque sea difícil, combinar nuestro pensamiento con nuestro actuar y demostrémoslo en cada paso, cada palabra y cada acto ante los demás y ante nosotros mismos. Así comenzaremos a andar el camino que nos llevará a conseguir lo que queramos.
4 comentarios:
Excelente reflexión (qué importante para el proceso educativo. Genial tu sentido del humor, una vez más, en la elección de tu despedida icónica.
Por cierto llevabas razón Procrastinación no existe, pero pudiera tener sentido si alguien creara una escuela o movimiento... tal vez me lo piense, pero siguiendo tu ejemplo, lo dejo para mañana
Gracias por el comentario, "moreno".
Ahora solo te falta un poco de "congruencia articular" para echar a correr (si no puede ser a 50, por lo menos que sea aveinte, jeje).
Ya ves, el humor que no falte.
Por cierto, procrastinación sí existe como palabra en el DRAE (acción y efecto de procrastinar). La que no existe es "procrastinismo", pero si quieres la inventamos, aunque hoy no me viene bien, mejor mañana
Por fin leo tu respuesta. Soy, lo que en mipueblo llaman, un "malqueda". La verdad es que he pasado una semana horrible y casi ni he conectado el ordena.
Espero no defraudarte y aunque no pueda correr, por lo menos andaré con menos dificultad que ahora.
Ah, muy interesante lo de la RANA.
Un abrazo y gracias por tus ánimos. Jq
pues nada, a mandar... (jamones por navidad).
Espero seguir contando con tus comentarios.
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