lunes, 15 de octubre de 2012

distintas opiniones

La otra tarde (bueno, la otra noche, porque eran ya las nueve y media pasadas y no se veía un cura en un montón de nieve) salí a correr con mi hermano como suelo hacer un par de días o tres por semana. 
Íbamos tan tranquilos, charlando de nuestras cosas y contándonos los últimos chistes de nuestro repertorio y cuando llevábamos unos veinte minutos de trote, ya un tanto apartados de casa, comenzó a caer alguna gota de lluvia.
"Parece que nos vamos a mojar", dijimos. Y dicho y hecho. No había pasado ni un minuto cuando de pronto parecía que estaban echándonos encima calderos de agua desde las ventanas. 
¡Qué forma de caer agua, por Dios! ¡Y qué truenos!
Hacía tiempo que no veía caer tanta agua en tan poco rato. Y nos estaba cayendo toda encima.
"Es curioso, le dije, si llega a estar lloviendo así a la hora de salir, seguro que nos llamamos y nos quedamos en casa, pero como nos ha pillado ya en la calle, apartados de casa y tenemos que volver, ya nos da lo mismo".
No paramos ni buscamos refugio. Y disfrutamos como chiquillos, calados hasta los calzoncillos y chapoteando por los charcos sin importarnos lo más mínimo.
Pasaba algún coche por la calzada y nos miraban raro. Alguno incluso tocaba el claxon.
"¿Qué pensará quien nos esté viendo?" me preguntó mi hermano. Y yo le contesté:
"Pues mira, Edu, nosotros estamos estamos haciendo lo mismo, pero depende quien nos vea pensará cosas distintas".
Habrá quien diga: "Mira esos gilipollas, con la que está cayendo y ellos corriendo como dos pánfilos". 
Otros, en cambio pensarán: "Pobres desgraciados, han salido a hacer un poco de ejercicio y mira la que les ha pillado". 
Y otros, sin embargo dirán: "Ahí los tienes, con dos cojones, con lo que está lloviendo y no les importa salir a correr".
En fin, que en esto, como en casi todo en esta vida, hay distintas opiniones para una misma situación y, también, distintas formas de afrontarla.
Por cierto, cuando llegábamos al portal, dejó de llover.


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