Siempre se ha dicho que
SOMOS LO QUE COMEMOS,
ya que no deja de ser cierto que nuestra salud depende en gran medida de nuestra alimentación.
Por otra parte, ya hace algunos años, Aristóteles decía que
“SOMOS LO QUE HACEMOS.
Por tanto la excelencia no es un acto, sino un hábito”.
Así es. Los gestos, las expresiones, la mímica, nos presentan ante los demás. Si procuramos mostrarle al mundo un rostro sonriente, una postura relajada, una expresión amable, sin duda nos sentiremos más felices y el mundo nos devolverá también una sonrisa.
Pero además, cada vez estoy más convencido de que también
SOMOS LO QUE PENSAMOS.
Dicen que la cara es el espejo del alma. Hasta las arrugas de expresión del rostro reflejan nuestras alegrías, tristezas, duelos… nuestro estrés se refleja en nuestro semblante. En él puede leerse todo.
De una manera o de otra, nuestra vida es el reflejo de nuestros pensamientos. Nuestro mundo interior acaba configurando nuestro mundo exterior. Por eso es importante que intentemos seleccionar nuestros pensamientos y que elijamos ser amables, generosos, alegres… es decir, positivos. Nuestros pensamientos negativos nos hacen tanto daño como la mala alimentación, la falta de sueño o los malos hábitos.
Y todo se puede entrenar. Ya sabemos que la repetición es aburrida, pero puede tener resultados asombrosos. A base de repetir un gesto o un pensamiento, este arraiga cada vez más en nuestro interior y acaba por expresar una realidad. Buena o mala, pero realidad al fin.
Y realidad es que nuestra belleza, lo que transmitimos, depende en gran medida de la genética, no cabe duda, pero también de la dietética y del optimismo. Y al final, según mezclemos los ingredientes,
SOMOS LO QUE SOMOS
¿Hacemos la prueba?
2 comentarios:
Mi cuñaaaao llevaba hace algún tiempo una camiseta en la que ponía algo así: "Vive como piensas o acabarás pensando como vives". Más bien creo que se trata de darle una vuelta, o un pensamiento, a cómo actuamos y ver lo poco que realmente hacemos conscientemente y todo lo qué acabamos haciendo inconscientemente.
Conozco poca gente que emita su voto después de una sesuda reflexión, una vez leídos los distintos programas políticos, que elija su equipo por su sistema de juego o su palmarés, no digamos ya su pareja. Pero Jose ¿Cómo esperas conseguir que no se echen al gaznate algo sin leer antes la composición del producto o ver sus calorías?
También te podría contar por qué mi abuela llega a la conclusión de que, como el Pisuerga pasa por Valladolid y el Ebro nace en Fontibre, ella se tiene que cenar una sarten de huevos con pimientos y aún sale un par de horas después, a tomarse un vaso de leche, porque el estómago se le ha quedado un poco triste después de la sentada. Pero. como decía el barman de Irma la dulce, esa es otra historia.
Está bien, vale: seamos positivos y vayamos trabajando lo del hábito, que es la forma de hacer las cosas bien sin tener que pensarlas a cada momento. Un abrazo.
Guillermo
Lo de la camiseta de tu cuñao, un puntazo, pero para puntazo lo de tu abuela. A esa chica me la tienes que presentar. Eso sí que es una filosofía de vida y lo demás, pamplinas.
En cuanto a lo de leer la composición del producto y/o ver las calorías que contiene... vale para casos y cosas concretas, pero no se puede andar por la vida intentando controlar todo, ni tan siquiera lo que comemos si no queremos correr el riesgo de no comer o de volvernos más locos de lo que estamos.
Salud y saludos
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