Os podrá parecer raro, pero siendo médico, una de las cosas que hice en su momento porque me llamaba mucho la atención y me picaba la curiosidad, ha sido un curso de iniciación al Reiki.
No sé si os interesa, pero Reiki es una palabra japonesa que significa energía vital universal y actualmente se está utilizando para identificar un sistema de sanación por imposición de manos. Rei significa universal y se refiere a la parte espiritual, a la energía que rodea todos los lugares y está en todas las cosas. Ki es la energía vital individual que rodea nuestros cuerpos manteniéndolos vivos y que está presente en todos los organismos vivos. El Reiki es un proceso de encuentro de estas dos energías.
Existen cinco principios del Reiki. A occidente han llegado varias versiones pero en esencia son:
-solo por hoy, no te preocupes.
-solo por hoy, no te irrites.
-solo por hoy, vive honestamente.
-solo por hoy, demuestra gratitud por todo lo que te rodea.
-solo por hoy honra a tus padres, maestros y ancianos.
No sé a vosotros, pero a mi este mensaje me mola. Tanto es así, que tengo colgados estos principios en uno de los despachos donde paso consulta e intento (al menos eso, lo intento) ponerlos en práctica a diario. Lo cierto es que no difieren mucho de lo que me enseñaron de pequeño en casa, en el colegio y en la catequesis.
Por otra parte, en su día cayó en mis manos un escrito que decía “cómo mantener el buen humor” y para ello daba 10 consejos que son:
-No te preocupes. De las actividades humanas, es la menos productiva.
-Que no te venza el miedo. La mayor parte de las cosas a las que tememos casi nunca suceden.
-No guardes rencor. Es una de las cargas más pesadas de la vida.
-Enfrenta cada problema según llega. De todas formas solo puedes manejarlos uno a uno.
-No te lleves los problemas a la cama. Son malos compañeros de sueño.
-No tomes prestados los problemas de los demás. Ellos pueden manejarlos mejor que tú.
-No revivas el ayer. Ya se ha ido para siempre. Concéntrate en lo que está pasando en tu vida y sé feliz ahora.
-Sé un buen oyente. Sólo cuando escuchas obtienes ideas diferentes a las que tienes.
-No te dejes vencer por la frustración. La autocompasión solo interfiere con las acciones positivas.
-Cuenta tus bendiciones. Pero no te olvides de las pequeñas. Muchas bendiciones pequeñas hacen una grande.
Y otra frase que, con buen humor, resume un poco todo esto:
No te tomes la vida tan en serio. Al final no saldrás vivo de ella.
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