Hablando de adultos, cada
uno es responsable de su vida, o lo que es lo mismo, tú no eres responsable de
las acciones de los demás.
Pero del mismo modo que no eres responsable de las
acciones de los demás, sí lo eres de cómo reaccionas ante ellas. Tu angustia,
tu depresión, tu estrés, tu insomnio y todas esas emociones que te mortifican por lo que hacen o dejan de
hacer los otros, no solo no resuelven
sus problemas sino que agravan los tuyos.
Si te fijas, todos los cursos de meditación, higiene mental,
crecimiento personal… conducen todos al
mismo punto y este punto es que cada uno es responsable de su estado interior,
nadie más lo es. Tú solo puedes tener influencia directa sobre ti mismo/a y los
demás, igual que tú, tienen todos los recursos necesarios para resolver sus
propias vidas.
Como mucho, tú solo puedes, además de predicar con el ejemplo, darles tus consejos y, a partir de ahí, ellos
deciden si los siguen o no.
Así que a partir de hoy, toma la decisión de dejar de ser
quien asume sus responsabilidades e
intenta resolver sus problemas y cargar con sus culpas y trata a los demás como los adultos independientes y autosuficientes que son.
Asume que tu deber para con ellos y para
contigo mismo/a es mantener la calma y dejar que cada uno resuelva lo que le
corresponde.
Verás como las cosas empiezan
a funcionar mejor cuando cada uno, incluido tú, sepa y decida lo que le corresponde hacer.
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