viernes, 9 de marzo de 2012

un juicio

Da comienzo la sesión ¿De qué se acusa a este hombre? ¿Qué delito ha cometido? ¿Por qué no dicen su nombre?
Con la venia de vuecencia (exclama el señor fiscal), le voy a explicar las causas por que está ante el tribunal:
Se le acusa de que piensa.Se le acusa de que ríe. Se le acusa de que sueña. Se le acusa de que escribe... 
¡Protesto, Su Señoría! (interrumpe el defensor)
!Denegada la protesta, que siga la acusación!
Se le acusa de que quiere que todos vivan en paz, de que trata que otros rían, de que no exista maldad. De que tiene sus problemas e intenta disimularlos para que otros no vean que tiene también ratos malos. De que le cuesta dormir pensando cuando no debe, de que le gusta vivir, de que quiere y que no puede. Y tantas y tantas cosas que no deben asustar y aunque a nadie les molestan, la cuestión es acusar.
Toca el turno a la defensa (su misión es defender) y se dirige al jurado muy dispuesto a convencer:
Nada ha hecho el acusado de que pueda arrepentirse. No ha hecho más que pensar, desear y divertirse ¿Qué tiene eso de malo? ¿A quién puede molestar? Solo es un ser humano con su forma de actuar.
Yo voy a rogar clemencia para el señor acusado de todos y cada uno de los miembros del jurado.
Y por su parte el fiscal, p'al reo pide el castigo de que nadie le haga caso y se quede sin amigos.
Ya el jurado se retira a un cuarto a deliberar. Mientras se ponen de acuerdo, un buen rato va a pasar.

El resultado del juicio no lo vamos a saber, pues todos somos jurado y cada uno...¡Allá él!
Lo gordo es que todos somos al mismo tiempo acusados: Cada uno por sus acciones está siempre criticado.


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