Hoy tenemos un motivo para estar en esta misa esbozando una sonrisa para hablar de un amor vivo: Del amor de nuestros padres.
De un amor que se diría amor de profesionales. Y ellos nos contestarían: no somos profesionales, somos personas normales que cumplen su juramento de luchar cada momento sus votos matrimoniales.
Y es que el amor que os tenéis es un esfuerzo constante, tan duro como el diamante, que hoy cumple 60 años y aun tira para adelante, con sus idas y venidas, sus rutinas y su inercia, su cariño, su paciencia, sus malos y buenos días.
Con riñas, con discusiones y con reconciliaciones que aguantan la llama viva haciendo, en definitiva, un amor de esfuerzo diario que se ha vuelto extraordinario.
Que el Señor nos los bendiga por estos sesenta años y que su ejemplo nos diga que hay que luchar con empeño y seguir siendo constantes para llegar con buen tino, no a las bodas de diamantes, sino a bodas de platino.
Y aquí estamos vuestros hijos, yernos, nueras, nietos, nietas y las dos nuevas biznietas, que hoy os queremos brindar nuestro orgullo y nuestro aprecio y al mundo entero gritar:
VUESTRO AMOR NO TIENE PRECIO
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