Ayer celebramos el funeral por la tía Sole.
Al finalizarlo, mi hermano Edu nos emocionó con este texto, que me pareció tan hermoso que no me resisto a compartirlo con todo el que quiera leerlo:
"Se nos ha ido un Ángel. Los Ángeles deben estar con los Ángeles.
Me imagino que el tío Emilio habrá insistido bastante para que su Sole subiese con él al cielo. Se le ha tenido que hacer muy larga la espera de tenerla junto a él. Seguramente se habrá montado una fiesta para recibirla, pero no una fiesta cualquiera sino una bien grande directamente proporcional a la tristeza que sentimos los que nos hemos quedado aquí sin ti.
Hasta que no pase un tiempo creo que no seremos conscientes de que ya no te tenemos a nuestro lado.
Que cuando vayamos a casa no estés en la cocina preparando esas comidas tan maravillosas o que no estés en tu silla verde del salón hablando connosotros, contándonos todo lo que te dolía esto o aquello pero siempre con esa dulzura, esa paz y ese amor infinito que desprendías.
Solías decir siempre que tenías la suerte de haber tenido un hijo pero en realidad eran seis.
Pues bien, los Hernández López somos tan afortunados que hasta ahora que nos has dejado, hemos tenido una madre en el cielo y dos en la tierra y ahora tenemos dos en el cielo y una aquí. Además tú también nos dejaste otro hermano que es como sentimos al primo Emilio,
Estate tranquila con el tío allá arriba que nosotros cuidaremos de la mamá aunque seguramente no habrá nadie que lo haga igual que tú.
Tía Sole, desde el cielo junto con el tío Emilio, cuida de nosotros.
Gracias por todos los años que hemos pasado junto a ti.
Te querremos eternamente."
(gracias, Edu)
2 comentarios:
al parecer la profundidad en las palabra es un don en tu familia¡¡
Hola. No sé quién eres pero agradezco tus palabras.
En primer lugar, si el sobrenombre en el que te ocultas va dirigido a mi, me abrumas. Nada más lejos de mi intención esperar que alguien me admire.
En segundo lugar, yo no sé si catalogaría mis palabras de profundas, precisamente, aunque intento que sean menos huecas de lo que en una primera impresión pudieran parecer.
Y por último, ese día mi hermano me sorprendió con sus palabras, que comparto plenamente y que consiguieron que me emocionara y se me saltaran las lágrimas que había aguantado hasta entonces. Conseguir transmitir lo que transmitió a los que estábamos en la iglesia, sí me pareció un don
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