domingo, 1 de septiembre de 2013

grasas: cantidad y calidad

Hace unos cuantos años no se le daba importancia ni a la cantidad ni a la calidad de las grasas pero hoy en día se ha demostrado la importancia de estos conceptos que son esenciales para la alimentación. Aún así, aún corren por ahí errores y falsos mitos en torno a estos nutrientes esenciales.

A diferencia de lo que mucha gente todavía cree, no toda la grasa es mala. De hecho, como decía más arriba, las grasas son nutrientes esenciales para nuestro organismo ya que son una fuente importante de energía (cada gramo de grasa aporta 9 Kcal), ayudan a absorber las vitaminas liposolubles (A,D,E y K) y son componentes de las membranas celulares. Por este motivo es importante destacar que en una dieta equilibrada, alrededor del 30% de la energía diaria necesaria debe proceder de las grasas (o lípidos).

Básicamente podemos dividir las grasas en dos tipos: las saturadas y las insaturadas. Entre otras diferencias, podemos destacar que las grasas saturadas son sólidas a diferencia de las insaturadas que son líquidas a temperatura ambiente.

Las grasas saturadas son las que encontramos mayoritariamente en los alimentos de origen animal (carnes, lácteos enteros y derivados, mantequilla, nata… que también están presentes en bollería industrial…). Este tipo de grasas, consumidas en exceso, pueden ser perjudiciales ya que tienden a aumentar el colesterol total y el colesterol “malo” o LDL.  Uno de los principales factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, la hipercolesterolemia, está relacionado con un excesivo consumo de grasas saturadas, ya que a mayor consumo de grasa saturada, mayor nivel de colesterol en sangre. Por tanto, insistiremos en que una reducción del consumo de este tipo de grasas contribuye también a la reducción y prevención de dicho factor de riesgo.

Por otra parte, las grasas insaturadas son las que encontramos principalmente en los alimentos de origen vegetal como los aceites vegetales de oliva, girasol, etc. (menos los de coco, palma y palmiste, que aunque son de origen vegetal contienen grasas saturadas y que están presentes en muchos alimentos industriales camuflados bajo la leyenda genérica “aceites vegetales” sin especificar su origen), los frutos secos o las margarinas. Al contrario de las anteriores, las grasas insaturadas contribuyen al cuidado de la salud cardiovascular y pueden ayudar a reducir el colesterol dentro del marco de una alimentación variada y equilibrada que incluya frutas y verduras.


Por último, independientemente de su origen o de que sean buenas, las grasa son, como ya hemos mencionado, una fuente concentrada de energía (calorías) y debemos tener cuidado de no excedernos en su consumo si deseamos controlar nuestro peso.


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