Para empezar bien el año, vuelvo a echar mano de un capítulo de "adelgazar en positivo" que no en vano fue el motor de arranque de este blog que luego ha ido discurriendo también por otros derroteros como son las recetas y mis elucubraciones mentales (mis pajas mentales, con perdón, les llamo yo). Eso sí, siempre y haciendo honor al título del blog, EN POSITIVO, que es también el espíritu de fondo del libro y el mensaje que intento transmitir, tanto para quien pretende adelgazar (en positivo) como para quien simplemente quiere pasar un rato (en positivo) leyendo.
Siempre digo que los consejos simplemente se dan y quien quiera los puede escuchar y decidir si los utiliza o no.
Si entre los propósitos para el nuevo año alguno de vosotros se ha propuesto perder peso, espero que estos tres consejos puedan serle de utilidad:
Durante el tiempo que dure el tratamiento para adelgazar, nos vamos a encontrar en más de una ocasión con situaciones que, de una manera u otra, nos “obligan” a salirnos de la dieta. Precisamente, lo más difícil que tienen las dietas de adelgazamiento es que hay que mantenerlas en el tiempo y, cuanto mayor sea éste, más difícil será no encontrar situaciones que nos inviten a “romper” las normas. Y eso tenemos que asumirlo desde el principio.
Suelo decir que tenemos que desdramatizar la dieta, que tenemos que entender que no se está “a dieta o contra la dieta” y que tenemos que amoldar la dieta a nuestra vida y no nuestra vida a la dieta.
Es por eso que me gusta dar tres consejos, cada uno más importante si cabe que el anterior y siempre en este orden:
1º) Una vez que hayamos decidido ponernos a dieta, hagamos todo lo posible por no salirnos de ella.
2º) Si nos salimos (bien por “obligación”, bien por voluntad propia), hagámoslo con moderación. Si vamos en coche a un pueblo y nos saltamos el cruce, a la hora de volver no será lo mismo haberse pasado un pueblo que veinte.
3º) Una vez que nos pasamos, con moderación, disfrutémoslo. Metámonos en la cabeza que si comemos un pastel, nos va a engordar lo mismo si lo comemos con deleite, disfrutando de él hasta la última migaja, que si lo comemos con remordimiento y sensación de culpa. Lo que engorda es el pastel, no el sentimiento con que lo comemos. Por tanto, si lo comemos, disfrutémoslo. Quizás pase mucho tiempo hasta que volvamos a probar otro.
Y quiero dejar claro que con esto no quiero incitar a nadie a romper la dieta. Todo lo contrario. De hecho, si os fijáis, lo primero que he dicho es que intentemos por todos los medios no romper la dieta.