En demasiadas ocasiones nos encontramos con situaciones que pueden ser justas pero no nos parecen correctas o al contrario, que pueden ser correctas pero no tener nada de justas y eso nos crea verdaderos dilemas.
Como muchas veces puede ser difícil distinguir lo justo de lo correcto, la mejor manera de entenderlo es con un ejemplo y si a ese ejemplo le añadimos un poquito de buen humor, pues mejor que mejor.
Cuentan que dos jueces se encontraron cara a cara en la entrada de un hotel y mira tú por donde, cada uno iba con la esposa del otro.
Muy educadamente, uno le dice al otro: Teniendo en cuenta la situación tan incómoda en que nos encontramos, yo creo que lo correcto sería que cada uno de nosotros se vaya con su mujer, en su coche a su casa ¿no le parece?
A lo que el segundo, sin perder la compostura, le responde: Estoy absolutamente de acuerdo con usted en que eso sería lo correcto, pero no me parece que fuera lo justo, ya que usted está saliendo del hotel y yo todavía no he entrado…
Así que ya hemos aprendido la diferencia entre lo justo y lo correcto. Dependiendo de las circunstancias elegiremos entre una cosa y otra, aunque yo creo que lo más justo y lo más correcto es intentar hacer coincidir ambos conceptos.
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