viernes, 27 de noviembre de 2009

un dilema

Aunque si nos preguntaran diríamos que luchamos por conseguir lo que nos gusta y evitar lo que nos disgusta, a menudo la realidad nos demuestra que preferimos evitar lo que nos gusta si es que eso nos va a acarrear disgustos a posteriori. Y eso lo hacemos porque tendemos a enfocar la atención sobre como evitar el dolor y obtener placer o satisfacción a corto plazo, aunque con esa actitud lo que conseguimos es crear dolor e insatisfacción a largo plazo.
Ante las situaciones que nos vamos encontrando podemos hacernos una simple pregunta: ¿hago que suceda o dejo que suceda? O lo que es lo mismo ¿actúo o no? ¿hacerlo o no, ayudará a resolver el problema o complicará más las cosas?
Con demasiada frecuencia, dejar que las cosas pasen requiere mucha responsabilidad. Es decir, no es lo mismo dejar que las cosas pasen que pasar de las cosas. Y cuando dejamos que las cosas pasen, con responsabilidad, también estamos actuando con confianza y esa confianza la transmitimos a nosotros mismos y a los demás.
De una manera o de otra, podríamos decir que el arte de vivir consiste en buena parte entre lo que “hacemos” que suceda y lo que “dejamos” que suceda. O lo que es lo mismo, aquellas cosas en las que invertimos tiempo y energía para conseguir que se hagan realidad y aquellas otras en las que aceptamos la realidad tal y como se presenta. Eso sí, asumiendo la responsabilidad tanto de un comportamiento como del otro y teniendo en cuenta que la preocupación es el peor de los estados, ya que estando preocupados no experimentamos ni relajación ni productividad y por tanto es más difícil que consigamos nuestros objetivos.
Moraleja: Procuremos hacer de esta habilidad un hábito: Dejemos que las pequeñas cosas malas ocurran y hagamos que las grandes cosas buenas sucedan.

domingo, 22 de noviembre de 2009

lo justo y lo correcto

En demasiadas ocasiones nos encontramos con situaciones que pueden ser justas pero no nos parecen correctas o al contrario, que pueden ser correctas pero no tener nada de justas y eso nos crea verdaderos dilemas.
Como muchas veces puede ser difícil distinguir lo justo de lo correcto, la mejor manera de entenderlo es con un ejemplo y si a ese ejemplo le añadimos un poquito de buen humor, pues mejor que mejor.
Cuentan que dos jueces se encontraron cara a cara en la entrada de un hotel y mira tú por donde, cada uno iba con la esposa del otro.
Muy educadamente, uno le dice al otro: Teniendo en cuenta la situación tan incómoda en que nos encontramos, yo creo que lo correcto sería que cada uno de nosotros se vaya con su mujer, en su coche a su casa ¿no le parece?
A lo que el segundo, sin perder la compostura, le responde: Estoy absolutamente de acuerdo con usted en que eso sería lo correcto, pero no me parece que fuera lo justo, ya que usted está saliendo del hotel y yo todavía no he entrado…
Así que ya hemos aprendido la diferencia entre lo justo y lo correcto. Dependiendo de las circunstancias elegiremos entre una cosa y otra, aunque yo creo que lo más justo y lo más correcto es intentar hacer coincidir ambos conceptos.


sábado, 14 de noviembre de 2009

racionalizar la báscula

Hay personas que viven obsesionadas con su peso y acaban siendo esclavas de la báscula. Se pesan al levantarse, sin ropa, vestidas, antes y después de comer, cuando vuelven de hacer ejercicio… No pueden resistir subirse a cualquier báscula que encuentren: en la farmacia, en el aeropuerto, en el baño de casa de sus amigos…

Tenemos que aprender a “racionar” y a racionalizar la báscula. Cuantas más veces nos pesemos, más locos nos podemos volver, ya que el peso de una persona fluctúa constantemente.

Yo recomiendo pesarse solo una vez por semana, a ser posible en la misma báscula y más o menos en las mismas circunstancias (hora, ropa…). Lo ideal sería pesarse por la mañana, recién levantado, después de haber orinado, en ayunas y sin ropa, es decir, en condiciones basales, para intentar disminuir al máximo los factores que pueden influir en el peso.
Tengamos en cuenta que en un mismo día, de manera natural, puede haber una diferencia de hasta 2 kilos (y más) entre el momento que más pesamos y el que menos, diferencia que puede aumentar si estamos expuestos a circunstancias especiales como pueden ser días de calor intenso, ejercicio exagerado o diarreas, por poner algunos ejemplos.
La variación de peso de una pesada a otra consecutiva no nos dice si hemos engordado o adelgazado, solo nos da referencia de si pesamos más o menos. Es decir, podemos haber adelgazado esa semana (o sea, haber disminuido cantidad de grasa corporal) y sin embargo, la báscula puede reflejar un aumento de peso. Y al revés sucede lo mismo ¿No os lo creéis? Pues hagamos una prueba:
Id ahora a la báscula que tenéis en el baño y pesaros. Tenéis un peso X. Muy bien. Ahora bebed dos o tres vasos de agua y volved a pesaros. ¿A que pesáis aproximadamente medio kilo más que antes? Y ¿vais a intentar convencerme de que habéis engordado medio kilo en menos de un minuto? Seguro que vosotros tampoco os lo creéis. Hagamos ahora la prueba contraria y en vez de beber agua, haced pis y cacas. Pesaréis aproximadamente medio kilo menos que al principio y ¿de verdad pensáis que habéis adelgazado medio kilo en un momento? Sinceramente, yo tampoco. Pero fijaos que estamos hablando de una diferencia de más o menos un kilo según hayamos hecho una cosa o la otra en una diferencia de tiempo realmente corta.

domingo, 8 de noviembre de 2009

receta 15: CREMA DE ALCACHOFAS CON VIRUTAS DE JAMÓN SERRANO

La alcachofa es un sano alimento que para muchas personas es además un apreciado manjar. Puede formar parte de una dieta equilibrada y, como aporta pocas calorías, de una dieta de adelgazamiento. Contiene potasio y magnesio y mucha fibra. Ayuda a regular la secreción biliar, a reducir la absorción de colesterol y tiene efecto diurético por lo que puede ser un excelente depurativo.
Se puede comer en ensaladas y en platos calientes.


Aquí os dejo una receta de
CREMA DE ALCACHOFAS CON VIRUTAS DE JAMÓN SERRANO
que me han pasado esta semana y que está francamente rica.
Como siempre, intentaremos simplificarla y adaptarla a una dieta baja en calorías.


Necesitamos un puerro (solo la parte blanca), media cebolla, un bote de corazones de alcachofa, un vaso de leche desnatada, aceite de oliva, 2 ó 3 vasos de agua, una pastilla de caldo de verduras, una cucharada de copos de puré de patata (o media cucharada de maizena), sal, pimienta y un par de lonchas o tres de jamón serrano.


En un poquito de aceite de oliva rehogamos el puerro y la cebolla cortados muy finos. Cuando estén pochados, añadimos las alcachofas bien escurridas (como siempre, recomiendo darles un pequeño lavado para quitar el exceso de sal y el punto de acidez de la conserva).
Damos un hervor y añadimos el agua y la pastilla de caldo (o caldo de verdura si ya lo tenemos preparado), un par de golpes de pimienta molida y probamos para ver si necesita sal (probablemente tengo suficiente con la pastilla de caldo).
Cocemos durante ocho o diez minutos (si lo hacemos con alcahofas frescas -peladas y troceadas- necesitaremos cocer durante 20-25 minutos).
Añadimos los copos de puré (o la maizena) que previamente habremos diluido en el vaso de leche (la receta original es con medio vaso de nata) y removemos todo para que se mezcle bien. Luego pasamos todo por la batidora hasta conseguir una crema. Probamos y rectificamos de sal.
En una sartén aparte y prácticamente sin aceite, tostamos las lonchas de jamón hasta que queden crujientes (también podemos poner el jamón entre dos servilletas de papel de cocina y meter en el microondas a potencia media durante un par de minutos). Rompemos el crujiente de jamón hasta dejarlo convertido en virutas.
Servimos la crema en un bol o en plato hondo y decoramos espolvoreando las virutas de jamón y con un hilo de aceite de oliva virgen extra crudo. También hemos podido reservar un corazón de alcachofa por comensal que nos mejorará la presentación final poniéndolo sobre la crema.




domingo, 1 de noviembre de 2009

uno de noviembre

Hoy es uno de noviembre, Festividad de Todos los Santos. En este día es costumbre visitar el cementerio y llevar flores a nuestros difuntos. Creo que en todas las culturas existen ritos y tradiciones encaminados a recordar y honrar a los familiares difuntos. Precisamente esto me ha recordado una historia que me contaron hace algún tiempo y que me va a servir de argumento para la reflexión de hoy.
Cuentan que un hombre estaba poniendo flores en la tumba de un pariente cuando le llamó la atención que en la tumba vecina había un chino dejando un plato de arroz. El hombre, sorprendido,se dirigió al chino y le preguntó:
-“Disculpe mi indiscreción, señor pero ¿de verdad cree usted que el difunto comerá el arroz?"
-“Sí”, contestó el chino…”Mi difunto vendlá a comel mi aloz cuando el suyo venga a olel sus floles”.
Bueno, las personas somos diferentes, actuamos de diferente manera y pensamos diferente. Cada cultura es diferente y tiene sus tradiciones y eso no es malo. Todo lo contrario. Lo que es necesario es el respeto mutuo entre las ideas, las culturas, las costumbres y las tradiciones. A nosotros las nuestras nos parecen normales y a veces nos cuesta entender las de los demás. A los demás, seguramente les pasará lo mismo con las nuestras. Pero yo creo que si todos ponemos un poco de nuestra parte, las ideas, los puntos de vista, las costumbres, las tradiciones, las culturas… en una palabra, las personas, pueden coexistir y no tienen por qué ser excluyentes.
Hubo una temporada que llevaba en el bolsillo una bola que tenía una mitad de cada color. La mitad era roja y la otra mitad amarilla y se notaba al tacto la separación entre colores. Cuando en alguna discusión llegaba a un punto muerto con mi interlocutor, metía la mano en mi bolsillo, sacaba la bola rodeando la separación con los dedos y se la enseñaba (la bola) al otro a la vez que le preguntaba “¿de qué color es esta bola?” Sorprendido, me respondía: “Roja” y yo se lo negaba y le discutía. “No tienes ni idea. Es amarilla”. “Es roja” insistía. Y yo: “Es amarilla”. “Pues yo la veo roja”. “Ahí quería llegar. Tú la ves roja, pero yo la veo amarilla. Los dos tenemos razón pero ninguno de los dos tenemos la razón completa y al mismo tiempo, los dos estamos equivocados pero ninguno de los dos lo estamos completamente. Solo tenemos un punto de vista distinto…”