Hace ya unos cuantos años que escuché por primera vez esta historia. Luego la he visto correr por internet y por los correos electrónicos. Yo la he contado en multitud de ocasiones en más de un sitio. También en la consulta a alguno de mis pacientes.
No sé por qué hoy me ha venido otra vez a la memoria, me he dado cuenta de que encaja perfectamente con el espíritu positivo del blog y me ha parecido buena idea compartirla con vosotros. Espero que os guste.
Cuentan que en un curso sobre gestión del tiempo, el profesor, sin empezar a hablar, colocó una pecera de cristal sobre la mesa y la llenó de piedras grandes.
¿está llena la pecera? Preguntó.
Sí, contestaron los alumnos,
Entonces, sin decir ni pío, sacó una bolsa con piedras pequeñas y la fue echando en la pecera y agitando la misma, las piedras pequeñas fueron llenando los espacios que quedaban entre las piedras grandes.
Y ahora ¿está llena?
Los alumnos, que se habían dado cuenta del “truco”, exclamaron: no, todavía no.
Efectivamente, dijo el profesor. Echó gravilla en la pecera y volvió a preguntar. Luego hizo lo propio con arena y cuando los alumnos dudaban si ya estaba lleno el recipiente, el profesor sacó una jarra de agua y la fue vertiendo hasta que la pecera empezó a rebosar.
Bueno ¿qué hemos demostrado con esto? Preguntó.
El típico alumno pelota respondió enseguida: Que por muy llena que esté nuestra agenda, si nos esforzamos, aún podemos hacer que quepan más cosas.
No (dijo el profesor) Si esto es lo que habéis sacado en conclusión, no habéis entendido nada. Lo que realmente nos enseña esta lección es que si no colocamos primero las piedras grandes, nunca podremos colocarlas después.
¿Cuáles son las piedras grandes (las más importantes) en nuestra vida? ¿la familia? ¿los amigos? ¿la salud? ¿los sueños por cumplir? ¿el trabajo? ¿…?
Sean las que sean para cada uno, recordad: Ponedlas primero. El resto irá encontrando su lugar.
¿está llena la pecera? Preguntó.
Sí, contestaron los alumnos,
Entonces, sin decir ni pío, sacó una bolsa con piedras pequeñas y la fue echando en la pecera y agitando la misma, las piedras pequeñas fueron llenando los espacios que quedaban entre las piedras grandes.
Y ahora ¿está llena?
Los alumnos, que se habían dado cuenta del “truco”, exclamaron: no, todavía no.
Efectivamente, dijo el profesor. Echó gravilla en la pecera y volvió a preguntar. Luego hizo lo propio con arena y cuando los alumnos dudaban si ya estaba lleno el recipiente, el profesor sacó una jarra de agua y la fue vertiendo hasta que la pecera empezó a rebosar.
Bueno ¿qué hemos demostrado con esto? Preguntó.
El típico alumno pelota respondió enseguida: Que por muy llena que esté nuestra agenda, si nos esforzamos, aún podemos hacer que quepan más cosas.
No (dijo el profesor) Si esto es lo que habéis sacado en conclusión, no habéis entendido nada. Lo que realmente nos enseña esta lección es que si no colocamos primero las piedras grandes, nunca podremos colocarlas después.
¿Cuáles son las piedras grandes (las más importantes) en nuestra vida? ¿la familia? ¿los amigos? ¿la salud? ¿los sueños por cumplir? ¿el trabajo? ¿…?
Sean las que sean para cada uno, recordad: Ponedlas primero. El resto irá encontrando su lugar.
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