Madrid. Domingo, 22 de abril de 2012. Hoy es el día.
A las 7 de la mañana he quedado con mi hermano Edu y mi sobrino Alberto para desayunar en el buffet del hotel. Café con leche, tostada de pan de hogaza con tomate y aceite, dos zumos de naranja, un trozo de piña, 3 ciruelas pasas y un pastelito.
A las 8 salimos para coger el metro rumbo a la salida en la plaza Colón donde hemos quedado con Rubén. Es curioso, pero siento la misma sensación en el estómago que recuerdo que tenía cuando iba a un exámen. Nervios. Hay que buscar un sitio para hacer un pis. Foto de grupo para la posteridad antes de la salida.
Nos despedimos con un abrazo. Alberto y Rubén saldrán más adelante que Edu y yo porque tienen previsto hacer mejor tiempo.
Por megafonía dicen que salimos más de 20.000 personas, 12.000 y pico para la maratón y casi 8.000 para la carrera de 10 Km.
A las 9 suena el pistoletazo de salida. Casi cinco minutos después cruzamos la línea que marca el inicio de la maratón. Los primeros 6 kms sabemos que son cuesta arriba. Tranquilidad, que queda mucho por delante.
En el Km 4 comienzan a aparecer las molestias en mi gemelo derecho que tanto temo. Esperemos que se pasen.
Km 6,5, las molestias ya son dolor y parece que van a más. Mazazo moral. Le digo a mi hermano que si sigo así tendrá que continuar solo. Se le cambia la cara. Voy a hacer una prueba. Paro un momento. Estiro los gemelos y los sóleos. Me siento en el escalón de un portal, me quito la zapatilla derecha, saco la plantilla, cambio la posición de la misma y... ¡venga! ¡vamos a intentarlo!
Nos volvemos a subir a la carrera. Parece que las molestias van remitiendo poco a poco. Pastilla de glucosa.
Km 10. esto ya tiene mejor pinta. Avituallamiento. Bebida isotónica y seguimos. No hay que descuidar el aporte de glucosa ni la hidratación. Lo cierto es que hace un día extraordinario para correr. El recorrido es incómodo, con muchas subidas y bajadas, aunque ahora la tendencia es hacia abajo.
El km 17 queda a la altura de la calle Fuencarral, donde hemos quedado con nuestras chicas que allí están para darnos ánimos. Paramos un segundo para avituallarnos con un beso que nos da alas otra vez.
Pasamos la media maratón en algo más de 2 horas. No está nada mal. Glucosa e isotónica más o menos cada 4 ó 5 kms. Buenas sensaciones.
En el km 26, la carrera vuelve a empinarse hacia arriba. Pedimos a unos espectadores que nos hagan una foto. No tenemos mala cara. Aún podemos sonreír.
2 horas y 50 minutos, 28 kms. A partir de aquí ya es territorio desconocido. Nunca hemos corrido ni más tiempo ni más distancia.
Yo sigo con mis mantras, siempre positivos: Armonía, paz, calma, equilibrio, sosiego, tranquilidad, fuerza, poder, resistencia, coraje, ánimo...
Pasamos los 30 kms en algo más de 3 horas. Ya empezamos a creernos que podemos conseguirlo.
Es curioso observar la gente tan dispar que hay corriendo. Tipos para todos los gustos, formas de correr de lo más variopinto, distintas nacionalidades, hombres, mujeres, de todas las edades...
Los mensajes en las camisetas también son curiosos: "Hoy ago (sí, sin hache) 77 años", "correr por los que no pueden", "in memoriam de...", "las medallas se ganan en los entrenamientos, las carreras se disfrutan", "brigada paracaidista", "no al cierre de..."
Gente que corre disfrazada, o tirando de una silla de ruedas, ciegos, mancos, con cresta, marcando músculo... todo un mundo de colores en todos los sentidos.
Voluntarios de la organización, con patines, ofreciendo vaselina y reflex, voluntarios en los puestos de avituallamiento, personal de limpieza recogiendo las botellas y los vasos que los corredores vamos dejando en la cuneta...
Mucha gente animando a lo largo del recorrido, en unas zonas más que en otras y con pancartas con mensajes: "Vas a ser papá", "ánimo cuñao", "los chicos de la tapia", "´Fulanito, eres un tractor"...
Corredores que se van quedando por el camino, que siguen cojeando, que tienen que ser atendidos por los servicios sanitarios...
Escenarios con grupos de rock en directo cada 2 ó 3 kms. En el km 33, uno de los grupos va a comenzar una canción y anuncia: "somos Recover, de Logroño..." a lo que Edu y yo respondemos con un grito de ánimo haciendo notar que nosotros también y el grupo nos jalea y nos anima hasta que los perdemos de vista. ¡Subidón, subidón!
Lo que cuentan del famoso "muro" del km 35 es un mito. Yo no lo vi. Todo lo contrario, según iba viendo la pancarta que anunciaba cada km, me iba viniendo arriba. Km 36, km 37... en el 38 llamo a mi mujer. Seguro que piensa que si le llamo a esa hora es porque he abandonado, pero cuando descuelga le grito ¡Vamos por el 38! ¡esto ya está chupado!
Chupado sí, pero cansado también. Entre que desde el 34 es todo cuesta arriba, que llevamos ya 4 horas corriendo y que a la una del mediodía en Madrid ya hace calor, los últimos 4 kms se hacen largos de verdad. Pero se hacen ¡vaya si se hacen! 39, 40, 41... entramos en el parque del Retiro. Al fondo se ve la meta. Un último esfuerzo y entramos con los brazos en alto y cogidos de la mano.
Abrazo.
He parado el reloj en 4 horas, 30 minutos y algún segundo.
Una niña de unos 4 añitos me ofrece una medalla. Me agacho para que me la cuelgue al cuello y para darle un besito. Entre el esfuerzo y "el peso" de la medalla, casi no me enderezo, jajaja.
La sensación de satisfacción es tremenda, fenomenal.
Rubén ha hecho 3:50 y Alberto 3:55. Bravo por ellos.
Nuestras mujeres nos están esperando con besos y abrazos. Están contentas por nosotros y creo que también están orgullosas de que lo hayamos conseguido.
He cumplido mis tres objetivos: el primero, terminar una maratón; el segundo, intentar disfrutar el recorrido (o sufrir lo menos posible) y el tercero, el menos importante, hacerlo en 4 horas y media.
Viendo la foto de la llegada, apenas se nota el esfuerzo ¿verdad?
Madrid, domingo 22 de abril de 2012. Prueba superada.