domingo, 1 de noviembre de 2009

uno de noviembre

Hoy es uno de noviembre, Festividad de Todos los Santos. En este día es costumbre visitar el cementerio y llevar flores a nuestros difuntos. Creo que en todas las culturas existen ritos y tradiciones encaminados a recordar y honrar a los familiares difuntos. Precisamente esto me ha recordado una historia que me contaron hace algún tiempo y que me va a servir de argumento para la reflexión de hoy.
Cuentan que un hombre estaba poniendo flores en la tumba de un pariente cuando le llamó la atención que en la tumba vecina había un chino dejando un plato de arroz. El hombre, sorprendido,se dirigió al chino y le preguntó:
-“Disculpe mi indiscreción, señor pero ¿de verdad cree usted que el difunto comerá el arroz?"
-“Sí”, contestó el chino…”Mi difunto vendlá a comel mi aloz cuando el suyo venga a olel sus floles”.
Bueno, las personas somos diferentes, actuamos de diferente manera y pensamos diferente. Cada cultura es diferente y tiene sus tradiciones y eso no es malo. Todo lo contrario. Lo que es necesario es el respeto mutuo entre las ideas, las culturas, las costumbres y las tradiciones. A nosotros las nuestras nos parecen normales y a veces nos cuesta entender las de los demás. A los demás, seguramente les pasará lo mismo con las nuestras. Pero yo creo que si todos ponemos un poco de nuestra parte, las ideas, los puntos de vista, las costumbres, las tradiciones, las culturas… en una palabra, las personas, pueden coexistir y no tienen por qué ser excluyentes.
Hubo una temporada que llevaba en el bolsillo una bola que tenía una mitad de cada color. La mitad era roja y la otra mitad amarilla y se notaba al tacto la separación entre colores. Cuando en alguna discusión llegaba a un punto muerto con mi interlocutor, metía la mano en mi bolsillo, sacaba la bola rodeando la separación con los dedos y se la enseñaba (la bola) al otro a la vez que le preguntaba “¿de qué color es esta bola?” Sorprendido, me respondía: “Roja” y yo se lo negaba y le discutía. “No tienes ni idea. Es amarilla”. “Es roja” insistía. Y yo: “Es amarilla”. “Pues yo la veo roja”. “Ahí quería llegar. Tú la ves roja, pero yo la veo amarilla. Los dos tenemos razón pero ninguno de los dos tenemos la razón completa y al mismo tiempo, los dos estamos equivocados pero ninguno de los dos lo estamos completamente. Solo tenemos un punto de vista distinto…”


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