martes, 30 de octubre de 2012

tiquismiquis

Tiquismiquis, bonito palabro.
Podemos decir que un tiquismiquis es la persona que se queja de cosas sin importancia o de tonterías a las que les da más importancia de la que tienen. 
Según nuestro amigo el DRAE, tiene 3 acepciones:
1.- Escrúpulos o reparos vanos o de poquísima importancia.
2.- Expresiones o dichos ridículamente corteses o afectados.
3.- Persona que hace o dice tiquismiquis
y también según la misma fuente, la expresión procede del latín macarrónico tichi michi, alteración vulgar de las palabras latinas tibi mihi, "para ti, para mi" y parece ser que alude al afán meticuloso y demasiado selectivo de algunas personas que se andaban con muchos "esto para tichi, esto para michi".
Son sinónimos de tiquismiquis diversos adjetivos como remilgado, meticuloso, maniático, melindroso, pejiguero, puntilloso, meticuloso y escrupuloso.
El caso es que hay gente que se queja por todo, que nada le parece bien, que a todo le saca un pero y que siempre pone escrúpulos o reparos a cosas de poquísima importancia o que siempre se relame con expresiones o dichos ridículamente corteses y afectados.
No sé por qué (bueno, creo que sí lo sé) por regla general no suelen caer muy bien, pues es muy cansino estar aguantando a un tiquismiquis y a sus tiquismiquis durante un rato más o menos largo.
Visto con detenimiento, tiquismiquis es un nombre ridículo que les viene como anillo al dedo.
¿Quién de vosotros no se ha tropezado con alguien así?
A lo mejor (espero que no), tú que estás leyendo esto te identificas con la descripción.
O a lo peor (también espero que no) me identificas a mi con un tiquismiquis... Al fin y al cabo ¿no me estoy quejando de una cosa que no tiene importancia?


lunes, 15 de octubre de 2012

distintas opiniones

La otra tarde (bueno, la otra noche, porque eran ya las nueve y media pasadas y no se veía un cura en un montón de nieve) salí a correr con mi hermano como suelo hacer un par de días o tres por semana. 
Íbamos tan tranquilos, charlando de nuestras cosas y contándonos los últimos chistes de nuestro repertorio y cuando llevábamos unos veinte minutos de trote, ya un tanto apartados de casa, comenzó a caer alguna gota de lluvia.
"Parece que nos vamos a mojar", dijimos. Y dicho y hecho. No había pasado ni un minuto cuando de pronto parecía que estaban echándonos encima calderos de agua desde las ventanas. 
¡Qué forma de caer agua, por Dios! ¡Y qué truenos!
Hacía tiempo que no veía caer tanta agua en tan poco rato. Y nos estaba cayendo toda encima.
"Es curioso, le dije, si llega a estar lloviendo así a la hora de salir, seguro que nos llamamos y nos quedamos en casa, pero como nos ha pillado ya en la calle, apartados de casa y tenemos que volver, ya nos da lo mismo".
No paramos ni buscamos refugio. Y disfrutamos como chiquillos, calados hasta los calzoncillos y chapoteando por los charcos sin importarnos lo más mínimo.
Pasaba algún coche por la calzada y nos miraban raro. Alguno incluso tocaba el claxon.
"¿Qué pensará quien nos esté viendo?" me preguntó mi hermano. Y yo le contesté:
"Pues mira, Edu, nosotros estamos estamos haciendo lo mismo, pero depende quien nos vea pensará cosas distintas".
Habrá quien diga: "Mira esos gilipollas, con la que está cayendo y ellos corriendo como dos pánfilos". 
Otros, en cambio pensarán: "Pobres desgraciados, han salido a hacer un poco de ejercicio y mira la que les ha pillado". 
Y otros, sin embargo dirán: "Ahí los tienes, con dos cojones, con lo que está lloviendo y no les importa salir a correr".
En fin, que en esto, como en casi todo en esta vida, hay distintas opiniones para una misma situación y, también, distintas formas de afrontarla.
Por cierto, cuando llegábamos al portal, dejó de llover.